Un grupo de enólogos que, con él, hacen maravillas. A ellos fuimos con una única pregunta: ¿cuál es la primera anécdota que los une a un Malbec? Cortito y al pie, esto es lo que nos respondieron Alberto Antonini, Bernardo Bossi y Marcelo Pelleriti.
Alberto Antonini
Enólogo italiano, fundador y consultor en Bodega Altos Las Hormigas
En mi primer viaje a Mendoza, en agosto de 1995, tuve la oportunidad de conocer al Malbec en una barrica en la bodega Nieto Senetiner. Fue amor a primera vista: una sensación que nunca me voy a olvidar: generoso, amigable, jugoso, vibrante, mineral; una explosión de vida. Tenía ganas de ser tomado, me pareció un amigo que conocía desde siempre. Mirando afuera de la bodega entendí la razón de este carácter: la intensidad de la luz, el aire puro y fresco, la altura de la Cordillera al frente y esos viñedos viejos, sabios, en alta densidad.
De hecho, Mendoza que nunca me pareció Nuevo Mundo sino más bien un Viejo Mundo que había empezado más tarde. Muchos viñedos familiares, pequeños y cuidados como si fueran hijos, muy parecido a lo que se ve en Europa.
Me llamó la atención que en esta época ninguna bodega hacía sus vinos de alta gama con puro Malbec sino con Cabernet Sauvignon, Merlot o Chardonnay. Te mostraban el Malbec casi con timidez.
Desde aquella primera visita he hecho más de 130 viajes a Mendoza desde Italia y, sigo siendo un enamorado del Malbec. En los últimos años más que antes, porque lo estoy descubriendo con una identidad más fuerte, con nombre y apellido: Altamira, Vista Flores, Gualtallary, Vistalba. Estamos en el inicio de un cambio muy fuerte, saliendo de la sobremaduración, de la sobreextracción y la barrica. Estamos volviendo al futuro haciendo menos y logrando más: pureza, autenticidad y carácter… estoy más emocionado que en el 95.
Bernardo Bossi
Enólogo, Bodega Casarena
Alguna vez lo he contado: viví casi toda mi vida en Rosario donde, en una primera instancia, la mayor cercanía con el mundo del vino eran solo las góndolas. Más tarde, con el advenimiento de Internet y la aparición de los distintos cursos sobre vinos, incursioné ya de lleno.
Para mí el Malbec fue siempre lo que es, nuestra cepa emblema y una variedad muy noble para vinificar. Mi primera elaboración con plena responsabilidad fue un Malbec de Altamira, donde lo dividí en dos tanques de 10.000 litros y seis microvinificaciones. A cada una de estas últimas las cofermenté con distintos porcentajes de diferentes variedades.
Obvio, como toda primera vez, mucha expectativa. Recuerdo casi ni dormir por aquellos tiempos.
Marcelo Pelleriti
Enólogo, Bodega Monteviejo
Mis primeros recuerdos con el Malbec vienen de cuando estaba estudiando en la universidad en los 90 y, como estudiantes, éramos los que realizábamos el servicio de vinos en degustaciones como EVICO, por ejemplo. Ahí nos tocaba probar esos Malbec mágicos para nosotros.
Me acuerdo cuando, de rebote, pude probar un Malbec de Lunlunta de Pepe Galante que era un sabor que jamás podría haber imaginado… encontraba una estructura que parecía de otro planeta, concentración de fruta y carnosidad. Era algo lujoso para nuestro paladar.
Luego, con el tiempo, pude hacer mi primer vino en el 96 que, en realidad, era Cabernet Sauvignon y un poco de Malbec. Salió un corte perfecto… obvio, era mi primer vino.