Napa Valley es el corazón del vino norteamericano; una pequeña región en la que también se producen tintos con nuestra uva emblema. Hoy vamos a emprender un viaje hasta encontrar el otro Malbec.
Napa Valley es casi un paraíso para todos los que somos amantes del buen vivir: apenas algunas hectáreas inundadas por bodegas en cada rincón y, cada una de ellas, culpables de elaborar magníficos vinos. Acá, tanto como en Chile, Francia o Uruguay, algunos bodegueros husmean la maravillosa tarea de producir tintos con la palabra Malbec en sus etiquetas. Claro que en el Valle de Napa el universo que encierran sus vinos es mucho más que esto.
Esta región está ubicada al oeste del país, unos kilómetros al norte de San Francisco. Fue acá en donde el vino norteamericano encontró el espacio ideal para hacerse un lugar en el mundo… por eso, recorrer los viñedos de Napa y tener la suerte de probar sus vinos es una tarea imperdible que hoy vamos a revelar.
Este lugar es fenomenal: pequeñas lomadas cubiertas de pastos en donde la ganadería se combina con la viticultura. Los más de 300 productores de la región suelen tener fincas de apenas unas hectáreas, lo que hace que en esos 170 kilómetros cuadrados encontremos una bodega frente a la otra y nos permita, en poco tiempo, visitar, degustar y vivir el vino norteamericano desde adentro.
Pero mi tarea era ir en busca de «el otro» Malbec. Fueron 6 días en Napa Valley. Durante esas 144 horas visité 19 bodegas y degusté más de un centenar de vinos. Sólo uno de ellos fue un Malbec. Es que, entre todas estas visitas hubo una especial: Steltzner Vineyards, una bodega familiar cuyos propietarios habían estado de visita en Argentina y, maravillados por nuestros Malbec, decidieron hacer su propio varietal pero al estilo norteamericano. Y allí estaba, un tinto fresco con perfumes a mermelada de ciruelas y ciertos toques herbáceos… indudablemente era un Malbec, pero le faltaba ese toque mágico que tienen los nuestros; su boca era algo vacía y su estructura, aunque no débil, lo hacía un vino para olvidar. De cualquier manera, la tarea estaba cumplida; habíamos encontrado el otro Malbec… a miles de kilómetros de distancia de los nuestros. Literalmente, claro.
Si va de visita a Napa Valley, no olvide dejar una tarde libre para tomar el Napa Valley Wine Train, un tren que transita entre los viñedos del valle durante algo más de tres horas. En el recorrido se disfruta de una cena de cuatro pasos acompañada por una carta con 100 de las mejores etiquetas de la región.
Si va de visita a Napa Valley tampoco deje de tomarse un tiempo para recorrer el centro de la pequeña ciudad de Napa, un lugar pequeño y típico, donde el vino está presente en cada rincón. Sus restaurantes, hoteles y todas las actividades de sus habitantes giran en torno a la vitivinicultura.
Si va de visita a Napa Valley ni se lo ocurra no visitar Pine Ridge, una bodega en el corazón de Rutherford, centro del valle. Acá no solamente se producen excelentes vinos sino que, además, es una muestra del potencial que tiene el enoturismo: salas de degustación, espacios de arte y salones para casamientos… todo esto, rodeado de vinos y viñedos.