En Málaga, España, tuvo lugar un encuentro de expertos en donde se intentó encontrar la solución a un escenario ya casi común: probar cualquier vino del mundo y darnos cuenta que todos ellos son casi iguales.
¿Cuántas veces habrán leído algún artículo mío aquí, en el que insisto en la necesidad de diferenciación? De productos similares y vinos que son más de lo mismo hemos escuchado hablar miles y miles de veces. Bueno, parece que (por suerte) otros más piensan así.
En unos días tendrá lugar un encuentro de expertos enólogos, sommeliers, periodistas especializados y otros referentes de la industria para debatir sobre tipicidades, terruños, países productores y, especialmente, sobre la particularidad que cada lugar puede imprimir en un vino. La idea decidió llamarse Wine Creator. Ana Hernández, del Grupo Peñín Comunicación, autores del evento, nos cuenta que “el objetivo principal es reunir en un mismo foro a algunos de los más reconocidos críticos internacionales, y a los 12 enólogos más influyentes del momento, quienes han sido seleccionados por los primeros para debatir sobre la calidad y la diversidad del vino en la actualidad.”
Wine Creator es más que interesante: los prestigiosos José Peñín, Jancis Robinson, Stephen Tanzer y John Radford sumados a otros tantos en un debate abierto al público, esto acompañado por jornadas de cata intensiva para confirmar qué vinos, verdaderamente, logran hacer una diferencia. Precisamente, John Radford dice que “al ser este el primer encuentro de Wine Creator, creo que ninguno de nosotros tiene una idea clara de qué se trata, pero el concepto original surge como una reacción ante el estilo convergente de los vinos alrededor del mundo, sumado a un objetivo de identificar a esos enólogos que están intentando hacer algo realmente distinto en base a su terroir.”
Como la gran industria vitivinícola que somos, en Argentina debemos ser conscientes de esta tendencia y, en lo posible, tratar de revertirla. ¿Cómo? Bueno, por empezar sería una buena opción fortalecer el concepto único que podemos obtener en nuestro país: la diversidad y algunas variedades absolutamente estrambóticas en cualquier otra parte del mundo como el Torrontés o el Malbec, juegan de nuestro lado. “Justamente, uno de ‘mis vinos del año’ hasta el momento (¡sí, sé que estamos en abril recién!) es un Torrontés que disfruté antes de una cena en O. Fournier, en el Valle de Uco, que tiene muchísima más personalidad que cualquiera que haya probado en Galicia”, dice J. Radford, y agrega “Admiro lo que Argentina está haciendo con la Malbec, Chile con la Carménère y Uruguay con la Tannat; todas uvas que han demostrado, en su gran mayoría, un gran fracaso en su Francia natal. Para mí, eso, es de lo que se trata el vino.”
Creo que no hay mucho que agregar. Es una opinión que no solamente nos alienta a seguir el camino del trabajo duro, sino que, además, nos invita a seguir creciendo cada vez más en este camino. Lo bueno es que cada día más, se está generando una fuerte conciencia de la necesidad de diferenciación. Nuevos productos, canales de venta originales, empaques atrevidos, vinos personalizados o líquidos que no necesiten un GPS para ubicar su procedencia son alternativas que derivan, invariablemente, en la posibilidad de hacer cosas grandes. Cosas grandes o distintas. Parece que esta es la nueva idea compartida. Y yo brindo por eso.