Huevos de cemento... ¿para el vino?

Huevos de cemento… ¿para el vino?

Las alternativas a los tanques de acero inoxidable para vinificar no son novedad. El reencuentro con las piletas de concreto, vasijas de barro, tanques de agua y, claro, huevos de cemento. Acá te cuento todo.

Huevos de cemento para vinificar vinos ahí dentro, sí. Es que hay una corriente fuerte dentro de la vitivinicultura que, en materia de vinificación, invita a olvidarse de los tanques de acero inoxidable.

Las piletas de cemento recubiertas con pintura epoxi han vivido un resurgir, por ejemplo. Ahí, las paredes gruesas permiten mantener mucho más estable la temperatura del líquido interior, minimizando el gasto de refrigeración. Por otra parte, las de mayor tamaño tienen una superficie más grande y, por lo tanto, en los vinos tintos el sombrero (esa capa de sólidos que sube durante la fermentación y maceración) está más en contacto con los jugos, en proporción.

Las vasijas de barro son otro ejemplo, así como también los tanques de fibra de vidrio que se utilizan muchas veces en las casas como tanques de agua. Recuerdo algunos (varios) años atrás cuando, en mi primera visita a Châteauneuf-du-Pape… ahí fue la primera vez que me llamó la atención ver la fermentación de aquellas uvas en tanques abiertos de fibra de vidrio, con moscas girándole a un lado y al otro. Pero beber ese tinto era un placer.

 

Hasta los huevos

Sí, hablemos de los huevos de cemento. Es más, hablemos literalmente de ellos… en este episodio del podcast te contaba en primera persona sobre el tema.

Como te cuento en el podcast, quizás los recipientes «alternativos» que más han sobresalido en los últimos tiempos fueron los tanques de cemento en forma de huevo.

 

Qué dice la biodinámica de ellos

Defendidos por las leyes de la biodinámica, pareciera ser que los resultados cuando se vinifica en ellos es diferente. El enólogo argentino Juan Pablo Michelini asegura que “los huevos han funcionado de maravilla y es indiscutible su resultado degustando a ciegas los ensayos de Malbec, de Cabernet Franc y de Sauvignon Blanc que hicimos con la misma uva. El vino fermentado en el huevo y posteriormente criado en él presenta mayor carácter, mayor intensidad y mayor volumen en boca, dándonos, a mi modo de ver, un perfecto vino muy representativo del terroir”.

“¿Y por qué es esto?”, fue mi repregunta.

El huevo, por su forma, genera que el contenido permanezca en constante movimiento, ya sea fermentando o no. Con esto logra mantener en todos sus puntos internos la misma temperatura que, como se sabe, es fundamental para la fermentación y para la posterior crianza. Además, este movimiento permanente mantiene en suspensión las borras finas, dándonos mayor carácter varietal y mayor graso o volumen en boca. Por otro lado está la parte biodinámica que dice, básicamente, que la forma del huevo hace que atraiga y concentre mayor energía, potenciando la gestación de lo que hay dentro de él. Es la misma forma que una mamá embarazada o el huevo de la gallina que por algo son así, logrando mantener sanamente su cría”.

¡Comparte!

2 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Otras notas, artículos y curiosidades del vino que pueden interesarte

Recibe cada jueves nuestra newsletter

El Boletín Serial