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En busca de… La ruta del Champagne

Portos, Jereces y Champagnes forman la trilogía más deliciosa del planeta. Como ya caminamos por las calles de las primeras dos regiones, no podíamos dejar de dedicarle algunas líneas a Reims, corazón de la Champaña.

Reims es una ciudad que respira burbujas. Las bodegas están ubicadas a pocas cuadras del centro histórico, lo que la torna un lugar imperdible para cientos de miles de turistas que, como nosotros, quedan hechizados por esa única posibilidad de visitar Pommery, Taittinger o Veuve Clicquot con solo caminar algunos metros.

Sucede que vinos con burbujas, sparklings o espumantes existen muchos… pero Champagne sólo uno. Y la razón es muy sencilla: la AOC define claramente los procesos de producción; limita, sugiere y obliga a que se cumplan variadas cuestiones que, en resumen, acá les cuento:

– Se permite únicamente la utilización de 3 variedades de uva: la Pinot Noir, que representa el 39% de los viñedos plantados, la Pinot Meunier, con el 33% y, finalmente, la única cepa blanca: la Chardonnay, con el 28% del área cultivada. En general, todos los Champagne son blends, a excepción de los Blanc de Blancs que están elaborados únicamente con Chardonnay.

– La región posee más de 320 crus clasificados, de acuerdo a su calidad, en una escala que va desde el 80 al 100% (siendo éste el máximo nivel de calidad posible). Una curiosidad: no existe ningún cru de Pinot Meunier valuado al 100%.

– La primera fermentación se realiza en tanques de acero inoxidable o cubas de cemento (hoy casi en desuso), pero la segunda siempre es dentro de la botella (este método es el que se conoce como tradicional o Champenoise, que significa ‘oriundo de Champagne’)

– Por ley, las botellas deben permanecer con las levaduras de la segunda fermentación durante largos períodos (que varían de acuerdo a cada estilo de Champagne). Por esto, las bodegas tienen la necesidad de contar con enormes espacios para guardar millones y millones de botellas: Moët & Chandon, por ejemplo, tiene 6 hectáreas bajo tierra de cavas y 28 kilómetros de galerías, pudiendo, cada una de ellas, albergar hasta 1 millón de botellas.

 

Si va de visita a Reims, no olvide cenar en alguno de los muchos restaurantes ubicados en la Place Drouet d’Erlon, la plaza peatonal del centro de la ciudad; allí, la gastronomía (como en todo el país) gana un lugar fenomenal. Dos maridajes que disfruté en aquella zona y que realmente les recomiendo: ostras con un Champagne Blanc de Blancs y un ragoût de pato con un refrescante Pinot Noir de Alsacia.

Si va de visita a Reims debería dedicarle, al menos, un día entero a visitar la ciudad de Epernay, otro de los centros destacados de los vinos de la región. En el mismo casco histórico se pueden hacer visitas guiadas a afamadas bodegas como Moët & Chandon y Mercier. Todas las visitas tienen costo, el cual varía entre los 10 y los 20 euros, de acuerdo a la calidad de los vinos que se degusten.

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