Estos dos gigantes del vino sudamericano se disputan constantemente un lugar de privilegio dentro del mercado mundial. Acá les cuento las estrategias que cada cual utilizó para salir a competir y los resultados que han obtenido.
Ambos concentran la amplísima mayoría del vino que se produce en Latinoamérica. Juntos potencian el concepto de “Vino sudamericano” y logran hacer, quizás, algo de fuerza frente a famosísimas regiones como California, Rioja o Toscana. Pero, claro, no tenemos que olvidar que dentro de la industria del vino, Argentina y Chile también son amistosos rivales que compiten frente a frente en la jungla internacional.
Cada uno de ellos ha montado una estrategia comercial y exportadora bien distinta, buscando diferenciarse… y es que la propuesta de poder beber vinos que provienen del extremo sur del globo aún sigue siendo tentadora. Argentina-Chile, Chile-Argentina. Éstas son las crónicas de los dos gigantes del vino sudamericano.
Punto para Argentina // La variabilidad de climas que existe en Argentina es única y solamente comparable con países como Australia o Estados Unidos. Esta realidad es algo distinta a la de Chile en donde, debido a su situación geográfica, la gran mayoría de sus valles comparten la influencia oceánica y, por lo tanto, las condiciones de suelo, clima y lluvias no varían tan significativamente (aunque lo hacen, claro).
Punto para Chile // La larga tradición exportadora que lleva adelante Chile es, sin dudas, el punto clave en su estrategia comercial. Cuando en Argentina aún elaboraban vinos a la vieja usanza de los inmigrantes europeos, Chile ya competía en los mercados del mundo y lentamente lograba posicionar su nombre. Esta ventaja respeta esa idea que en marketing se define bajo la frase “El que pega primero, pega dos veces”.
Punto para Argentina // El Malbec es la estrella indiscutida de las nuevas propuestas en materia de vinos. La prensa internacional le ha dado el lugar de estrella y es, básicamente, la razón por la cual las exportaciones argentinas no dejan de crecer año tras año. En Chile también hay una variedad ícono: el Carménère, pero, hasta el momento, ésta nunca ha logrado el reconocimiento del Malbec.
Punto para Chile // Uno de los puntos fundamentales que ayuda de manera significativa al reconocimiento de un país como productor de vinos de calidad es el llamado concepto de “marca emblema”. Una marca o bodega emblema es aquel producto que, se sabe, posee una gran calidad y fuerte posicionamiento… en la mente de los consumidores, por lo tanto, rondará la idea de que “si este excelente vino proviene de Chile, entonces Chile tiene el potencial de elaborar otros grandes vinos”. En Argentina no sucede aún esto, pero al otro lado de los Andes, Concha y Toro se ha consolidado en su posición de marca emblema.
Punto para Argentina // El precio de los productos es un fuerte indicador de la calidad. Jamás creeríamos que un gran vino pueda comercializarse a precios bajos. Este es un error que ha cometido Chile y que Argentina, en cambio, no. Los valores de las etiquetas argentinas suelen tener una excelente relación precio-calidad pero esto no quiere decir que el vino argentino “sea barato”.
Punto para Chile // Este país tiene una mejor imagen país, más previsibilidad y una mayor confianza por parte de los importadores que la que posee Argentina. Esto hace que, ante la decisión de qué producto comprar, seguramente Chile estará unos pasos por encima de su rival.