Vamos por el lado B. Las tendencias, lo que antes era materia de risa y ahora causa furor en el mundo del vino espumoso, sparkling, Champagne… llamalo como quieras, pero si en estas fiestas querés causar sensación, antes leé esto.

Tiempo de reconciliaciones, noches estrelladas, pavo y Champagne. Son las horas más bonitas del año, qué les voy a contar. Diciembre es ese tiempo de descuento que uno espera desde los inicios de enero porque, debo decirlo, es acá en donde estalla la más linda de las excusas, llena de tendencias: la de regalarse una botella de vino espumoso, compartirlo en familia y brindar hasta las últimas campanadas de la medianoche proyectando un 2015 relleno de momentos de alegría.

Pero quiero decirles algo: el universo del Champagne, el Cava, los sparklings y compañía está más trendy que nunca y, con esto, han surgido nuevas reglas de protocolo que nos viene bien conocer. Ya no genera picazón la idea de mezclarlos con destilados o frutas, y el agregado de hielo está tan bien visto como nunca antes lo estuvo.

Verán que el mercado evoluciona, ¿verdad? Hoy, por ejemplo, la versión italiana del Champagne, ese fresquísimo espumoso conocido como Prosecco, es de los estilos que más se venden en el mundo. Su espíritu seco y de acidez histérica se suma a una ecuación precio-calidad inmejorable, haciendo que cada día más su consumo se imponga incluso por sobre su (costoso) par francés.

Y el estilo, tan flexible que permite que en Argentina, Australia o Brasil encontremos ricos representantes de poco alcohol y un azúcar residual elevadísimo, volviéndolo un consumo amigable, dulzón en el paladar y fácil para beber de a copas.

Copas. Copas. ¡Claro! Acá también hubo un cambio de paradigmas: ya podemos perfectamente olvidarnos de las tradicionales en forma de tulipa y, ahora sí, elegir con confianza los gigantescos copones de cristal en los que hasta hoy derramábamos únicamente tintos. La prueba está en que a los máximos exponentes burbujeantes a nivel mundial les sienta cómodo un espacio amplio para moverse y desperezar ese abanico divino de perfumes a miel, almendras, manzana roja y mantequilla. Cuando el descorche es de una gran etiqueta, aunque contenga burbujas, anímense a la gran copa.

Así que ahora lo saben, libérense de los prejuicios y saboreen la oportunidad insuperable que les da diciembre: descorchen mil espumosos y sean eternamente felices, que el año próximo está ya muy cerca.

ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA REVISTA A BORDO DE AVIANCA