La elección es caprichosa, porque puede haber muchas más. Pero vamos con 8 de los estilos y regiones más divinos del mundo para animarse a incursionar en los vinos dulces que sacuden las encías de todos. Si andan con billetera holgada, o con viaje en los planes, esta info vale oro.
Los vinos dulces se replican en todo el mundo, eso ya se los dije. Así que acá les paso una guía físico-política de las más melosas geografías mundiales.
Constantia, Sudáfrica
Supo ser uno de los vinos de postres más famosos del mundo, producido en tierras sudafricanas. Se elabora mayormente a partir de la variedad Muscat de Frontignan, una derivación de la típica Moscatel. Aunque su furor internacional no es hoy lo que era algunos años atrás, este estilo sigue vigente, comercializándose en el mercado interno y, con algunas excepciones, en los Estados Unidos y Europa.
Así que, de todos los que veremos hoy, ésta es la figurita difícil.
Jerez, España
No todos los jereces son dulces, esto es fundamental saberlo. Pero dentro de tantos estilos que se producen alrededor de la bellísima ciudad de Jerez de la Frontera, hay dos que realmente le rinden culto al dulzor: el Pedro Ximénez y el Moscatel.
El primero se obtiene a partir de la uva del mismo nombre, que se somete al proceso tradicional del “soleo”, hasta lograr la pasificación completa del fruto; tras el prensado se obtienen mostos muy ricos en azúcares, los que se someten a una fermentación alcohólica parcial detenida mediante la adición de alcohol vínico.
El Moscatel, por otra parte, también debe su nombre a la cepa que le da origen… uvas que de la misma manera se exponen al sol hasta pasificarse. Su elaboración es igual a la anterior, pero la nariz salvaje del Moscatel es inconfundible.
Madeira, Portugal
Los vinos fortificados de Madeira cargan una historia divina por detrás. Madeira es una isla perteneciente a Portugal, flotando en el medio del Atlántico y disfrutando de agradables temperaturas durante todo el año; terrenos montañosos, con valles profundos y laderas escarpadas en donde las vides crecen en pequeñas terrazas ricas en materia orgánica. Y el clima, su factor fundamental, al estar claramente influenciado por el océano. Las vides están, en su mayoría, conducidas sobre una especie de pérgola, una alternativa a nuestros parrales, en los que los racimos cuelgan debajo, protegidos del sol.
Las uvas más famosas son la Sercial, la Verdelho, la Boal y la Malvasia, y con ellas se elaboran desde vinos secos hasta muy, muy dulces. El 80% de los viñedos de la isla se plantan con otra variedad, la Tinta Negra Mole, y, con ella, se elaboran estos fortificados que hicieron famosa a la isla. Quizás lo más destacado de ellos es una parte de su proceso de elaboración, que implica el calentamiento del vino hasta temperaturas de casi 60°C. Precisamente por este proceso único, los encabezados de Madeira son etiquetas que pueden tener una muy larga vida, incluso de largas decenas de años.
Passito de Pantellería, Italia
Se los conté el lunes: una etiqueta de esta región me ayudó a cambiar mi mirada sobre los vinos dulces. La historia de la producción de este vino tiene más de dos mil años, y desde entonces no ha cambiado mucho.
El Passito de Pantelleria es un producto exclusivo de la isla Pantelaria (Pantelleria, en italiano), ubicada sobre el Mar Mediterráneo, justito entre Sicilia y África. Allí se sigue la tradición del passito que ya les contamos un par de notas atrás… y el resultado, como les dije, suele ser inolvidable.
Oporto, Portugal
No hay mucho para agregar de estos vinos dulces encabezados, cuya fermentación se interrumpe ni bien comienza a través del agregado de alcohol vínico.
Se produce al Norte de Portugal, sobre las mágicas laderas del Douro, y fue la primera Denominación de Origen del mundo. Amado en todas las latitudes, los oporto son encantadores y alcanzan complejidades asombrosas.
Las versiones “Vintage”, de hecho, se ubican dentro de los vinos más caros, prestigiosos y emblemáticos del mundo.
Sauternes, Francia
No tengo miedo de meter la pata: cuando hablamos de vinos dulces, el Sauternes es el primero que se nos viene a la mente.
Producido en la región de Sauternes, en Burdeos, Francia, su materia prima se acota a solo tres cepas: Semillon, Sauvignon Blanc y Muscadelle. En todos los casos, esas uvas deben ser afectadas por la botrytis cinerea, hongo del que ya hablamos y que le da a estos vinos su inigualable complejidad.
Château d’Yquem, quién podría negarlo, es su exponente más afamado.
Tokaj, Hungría y Eslovaquia
No es una exclusividad húngara: los Tokaj también se producen en parte de Eslovaquia, y esto pocos lo saben.
Al igual que los Sauternes, estos blancos dulces se elaboran a partir de uvas atacadas por la podredumbre nombre, y el producto final alcanza valores de azúcar residual completamente altos. La variedad Furmint es la más difundida, aunque también se pueden producir con otras cepas, tales como la Hárslevelű, la Moscatel, la Zéta, la Kövérszőlő y la Kabar.
De todos los estilos de Tokaj, quiero destacar el Eszencia, uno de los más exclusivos del mundo y cuyos niveles altísimos de azúcar residual demandan años de fermentación, ya que las levaduras trabajan de una manera asombrosamente lenta.
Vin Santo, Italia
Súper tradicional de la Toscana, el “vino santo” es uno de los exponentes más famosos de vinos dulces italianos. Un passito elaborado mayormente con uvas Malvasía y Trebbiano y cuya producción se salpica por distintas Denominaciones de Origen del centro del país.
Una característica muy interesante de estos vinos es que, luego de su fermentación, son añejados en barriles muy pequeños de roble durante largos años, lo que les da un sabroso carácter oxidativo que, en algo, te recuerda a algunos jereces.