Un espacio en MarianoBraga.com en el que destacadas personalidades de la gastronomía, la enología y la cultura en Argentina y el mundo nos cuentan sobre ese vino que les dejó una huella. Esta vez, Ricardo Santos.
Ricardo Santos es enólogo
Probé por primera vez en 1968 un vino guardado en la cava de la Bodega Norton; era un Tannat 1944. Lo seguí hasta que me desvinculé de Norton en el año 1991, y siempre me pareció un vino fresco y frutado que se mantuvo durante los años de manera asombrosa.
Lo probó un Master of Wine inglés, Jonathan Salvi, que luego de algunos titubeos, excusándose en que los grandes vinos pierden las características de las variedades usadas, se aventuró por Tannat, reconociendo que era uno de los mejores vinos que había probado.
En 1996, en una comida privada en Galicia, me ofrecieron un Vega Sicilia Único 1976. Ambos vinos eran diferentes entre sí, pero el Vega me hizo recordar la frescura del Tannat. Siempre he pensado que el añejamiento de los buenos vinos no los hace “viejos”; los conserva.
Ricardo Santos es sinónimo de Malbec y, además, es uno de los enólogos más respetados y con mayor historial de la Argentina. Y esta anécdota que nos cuenta en UN VINO encuentra, curiosamente, muchos puntos en común con UN VINO de José Manuel O. Fournier: Norton, Tannat, Vega Sicilia y compañía.
Norton atesora, aún hoy, vinos tan viejos como el Tannat del que nos habla Ricardo. Vinos celosamente guardados en el subsuelo de la bodega que muy pocos pueden beber y que, cuando lo hacen, evidentemente, dejan huellas.