Michel Chasseuil tiene, según Forbes, la mayor colección de vinos del mundo. Decenas de miles de botellas, millones de Euros invertidos, robos en el medio y 3 puertas blindadas. Pero no lo vamos a invitar a ser un bebedor serial… y acá te cuento el porqué.
Michel Chasseuil es el señor de la foto, tiene 81 años y así presentado pareciera un hombre más. Dicen que maneja un Renault 4 y, ya con ese dato, lo que sigue te va a sorprender: de acuerdo a Forbes, su sótano alberga la colección de vinos más grande y costosa del planeta.
Millones de Euros en más de 40.000 botellas aisladas del mundo exterior por 3 puertas blindadas, cada una con su propio código de seguridad, haciéndolo inviolable. Vinos de los siglos XVIII, XIX y XX, colecciones enteras e ininterrumpidas de los vinos más famosos de Europa que él fue seleccionando, heredando la pasión de su abuelo, un empresario ganadero que había recorrido el mundo en busca de botellas difíciles.
Qué tiempos aquellos
Cuando Chasseuil comenzó su pasatiempo, las subastas no eran tan populares como hoy, con lo cual le resultó relativamente simple encontrar vinos extraordinarios a buenos precios. Tenía la costumbre de comprar 2 cajas de cada vino: una para beber, otra para guardar y, luego, cuando en los años 90 los precios escalaron, vendía la caja extra a valores superiores. Con esos fondos fue incrementando su colección y comprando añadas desaparecidas y pequeñas reliquias.
Algunas de las joyas de la cava de Michel Chasseuil
Entre sus tesoros cuenta con un porto Hunt de 1735, un Château d’Yquem 1811 y un Champagne Maison de l´Empereur, sin precio puesto que fue una partida no comercial elaborada en exclusiva para Napoleón Bonaparte. Recopila también todas las cosechas de Romanée-Conti de forma ininterrumpida desde 1905, y del Château Petrus desde 1924.
Unos años atrás, 6 delincuentes intentaron sin éxito robar parte de su cava. Lo secuestraron durante horas pero finalmente no pudieron acceder a la cava principal. Pero ahí Michel dejó entrever que piensa reubicar el santuario, incluso, deshaciéndose físicamente de él y proponiéndolo como patrimonio de Francia en lo que él llama “el Louvre del vino”. Y, aunque ese museo no se haya establecido aún, Chasseuil está ahora presentando su colección en sociedad con un libro: ‘100 bouteilles extraordinaires de la plus belle cueva du monde’ (‘100 botellas extraordinarias de la cava más bella del mundo’).
Todo muy lindo, pero hay un dato durísimo con el que quiero terminar. Dicen que Michel no abre nunca las botellas, y que ahí está entonces la clave del número de referencias que ha acumulado en tantos años. Con esto dicho, creo que no lo vamos a dejar entrar dentro de esta comunidad de bebedores seriales…