Las deliciosas cervezas belgas suelen compartir una característica: su alto porcentaje de alcohol. Aquí, cuatro etiquetas recomendadas para pasar el invierno.
Por Marcelo Braga, propietario de Nuevo Origen Microcervecería
Bélgica es, tal vez, el país con mayor cantidad de tipos de cervezas, muchas de ellas provenientes de la tradición de los monasterios trapenses. Como característica común, podríamos decir que son bastante elevadas en su contenido alcohólico, aunque no se sienta demasiado debido al uso de azúcares que ayudan a aumentar el porcentaje de alcohol sin agregar cuerpo.
Las notas especiadas y frutadas abundan, y generalmente los aromas a lúpulos quedan en un segundo plano o bien pasan inadvertidos. Si les tengo que recomendar dos cervezas belgas destacadas que, además, se pueden conseguir fácilmente en nuestro país, yo les sugiero las siguientes:
DUVEL Belgian Strong Ale // 8,5% ABV // Color dorado y una espuma tremendamente abundante, que servido en la copa apropiada ocupará la mitad de la misma. Altísima carbonatación que, sumada a un cuerpo bastante ligero, hacen de esta cerveza (de peligroso 8,5% de alcohol) algo muy fácil de beber. Aromas especiados y algo dulzona, con un final bien seco y refrescante. Ideal para maridar con cualquier comida picante.
CHIMAY Grande Reserve // 9% ABV // Éste es un fiel representante del estilo Belgian Dark Strong Ale, de color rojizo amarronado y con una espuma bastante cremosa. Fuertes aromas frutados y a pimienta provenientes de las levaduras; su alta gasificación genera cierto picor en nariz y se repite en la boca. El trago es dulce y genera un calor típico por su alcohol. Una auténtica bomba belga para degustar una copa junto a algún postre en una fría noche de invierno.
Pero también quiero recomendarles otras dos joyitas, difíciles (o imposibles) de encontrar en Argentina, pero casi obligatorias si están de visita por Bélgica; ellas son la Brugse Zot Blonde Ale y la Dubbel. Ambas son dos de las más famosas cervezas de la bellísima ciudad de Brujas. Disfrutarlas sentado en algún bar frente a cualquiera de los hermosos canales que rodean la ciudad las hace todavía más deliciosas.
La Blond Ale es refrescante gracias a su alta gasificación y su final bien seco. Los aromas especiados abundan y su 6% de alcohol no se siente demasiado. Ideal para tomar como aperitivo. Su hermana, la Dubbel, es de color marrón y de espuma también amarronada. Cuenta con 7,5% de alcohol y, sumado a los típicos aromas a levaduras, encontramos una complejidad mayor en boca con algo de frutas secas, pasas y nueces.
En definitiva, cualquiera de estas cuatro cervezas les garantizará un momento de enorme satisfacción y, para aquellos que nunca han probado alguna vez una cerveza belga, éste es un buen momento para que lo hagan. ¡A disfrutar!