Recién arranca, pero ya pisa con mucha fuerza. Como productor, como comprador, como foco de todas las miradas, China se convirtió en uno de los actores principales del mercado del vino de los últimos tiempos.
China llegó y lo agitó todo en el mundo del vino.
Como productor, como comprador, como foco de todas las miradas, China se convirtió en uno de los actores principales del mercado vitivinícola de los últimos tiempos. Su apertura al mundo acompañada de la “occidentalización” del consumo propusieron al vino como objeto fetiche y eso, mis amigos, está cambiando radicalmente la estructura de la industria de los blancos y los tintos.
Un pueblo con más de mil trescientos millones de habitantes es mínimamente un mercado seductor. Y tanta concentración hace que, inevitablemente, si apenas un porcentaje minúsculo de la población cambia su comportamiento respecto de, supongamos, el vino, la estructura de ese mercado pueda alborotarse por completo. ¿Quién hubiera pensado, años atrás, que China sería el segundo importador de vino embotellado del mundo, o que casi la totalidad de la producción de algún grandísimo vino de Burdeos pudiera comercializarse únicamente en Shanghái?
La variable precio
Y acá quiero hacer un punto: el valor del dinero es esencial para comprender la realidad del mercado asiático en cuanto a vinos se refiere. Para ingresar a China la etiqueta debe cumplir con un único requisito: que sea realmente costosa. Más yuanes, más estatus… esa regla no ve excepciones en esta tierra de contrastes.
Y justamente aquella condición ha hecho que más y más nuevos ricos encontrasen en el mundo vinícola un argumento de disfrute y posicionamiento social, internacionalizando su consumo de referencias provenientes de distintos puntos del globo, principalmente Australia y los Estados Unidos, pero con un interés especial por los más destacados ejemplares de Burdeos, la Borgoña, Rioja y varias otras notables zonas europeas.
Los porqué y el futuro
Concursos internacionales de mudan sus ediciones al continente, subastas exorbitantes de botellas únicas, afamados chefs abriendo restaurantes de primer nivel y más estrellas Michelin que en cualquier otra esquina del planeta. China ya no es más la que algún día supo ser.
Y hay más: solo Francia, Italia, España y los Estados Unidos producen más vino que China. ¿No les parece un dato para no descuidar? En la última década, incrementó un 42% sus niveles de elaboración y, aunque aún no se han ideado tintos de calidad superlativa, el incipiente mercado interno es una gran motivación para el fomento de la actividad vitivinícola local.
Lo mejor son sus perspectivas a futuro: los chinos consumen casi el doble de vino que lo que diez años atrás, y la tendencia está claramente en aumento. Pareciera como si la revolución china estuviese recién comenzando.