España tiene su Cava y Francia el mítico Champagne, pero en materia de burbujas, hoy el mundo habla de Italia. Precios amigos al bolsillo, un estilo cumplidor y la versatilidad que se lleva al terreno de la coctelería, el agregado de hielo y más. Vení que te cuento por qué todos hablan del Prosecco.
El estilo del Prosecco es simple, pero no por eso pierde efectividad.
Donde vayas, con quien hables, el Prosecco se ha transformado en estos últimos años en la gran revelación vínica, porque se para en la vereda de enfrente del Champagne, haciendo que las burbujas también puedan ser económicas.
El Prosecco es un blanco suave, con algo de efervescencia y, a veces (y solo a veces), un toquecito dulzón. Decimos “a veces” porque la tradición jura que el Prosecco tiene que tener una linda cantidad de azúcar residual, cuestión que, hay que decirlo, durante años lo condenó a niveles oscilantes de calidad. Hoy, mucho de esto cambió: encontrar etiquetas secas no es difícil y más y más restaurantes de alta gama le están dando su merecido lugar en las cartas.
Vamos a Italia
En Italia, el Prosecco está regulado por una Denominación de Origen ubicada dentro de la región del Véneto, en el noreste del país. Allí, la cepa estrella es la Glera, aunque muchos continúan llamándola “Prosecco” en honor a la región que la llevó a la fama.
Contrariamente a los emblemáticos Cavas españoles y Champagnes, los Prosecco se elaboran mediante el método Charmat, ése que supone una segunda fermentación (en la que el vino base adquiere burbujas) en grandes tanques de acero inoxidable. Lejos de restarle calidad, el objetivo de esta vinificación es el de conservar la frescura clásica de las uvas, sin sumarle excesiva complejidad, aromas tostados o gran untuosidad en el paladar.
Una de las grandes fortalezas del Prosecco, tengo que admitirles, es que el italiano promedio suele beberlo en una gran cantidad de ocasiones, tanto como aperitivo como para acompañar una comida, dejarlo para el instante del brindis o llevarlo a un día de campo. Sorprende la manera en la que la sociedad lo ha adoptado como un compañero infaltable en el día a día… lo que lo ha transformado, ni más ni menos, que en un embajador dominante de Italia.
Otro punto nada menor tiene que ver con la flexibilidad de este espumoso cuando se lo lleva a la barra y que, seguramente por este tema, se haya transformado en un aliado incondicional de los bartenders.
El Prosecco y el Bellini
La receta del coctel Bellini usa al Prosecco como vino inspirador. Esto, sumado a una gran cantidad de otros tragos que sustituyen al Champagne por el emblema italiano (como la Mimosa o el Kir Royal), ha hecho que el Prosecco crezca rápidamente en sus ventas a distintos mercados del mundo. Si a este factor le sumamos su baja graduación alcohólica, el resultado es un espumoso perfecto para la preparación de cocteles frutados, de buena acidez y en donde prime la frescura.
Lo mejor es que en este último tiempo han ingresado algunos Prosecco interesantes a la Argentina. ¿Ideas para encontrar en la góndola? El Martini Spumante Prosecco, el Prosecco Sperone y el Canevari. Una alternativa local que vale mucho, mucho la pena, es el Prosec de Viniterra que, aunque se elabora fronteras adentro, recrea divinamente el estilo.
Un comentario
Excelente nota!