Cervezas y vinos de los que todavía nos hablan padres y abuelos. Un recorrido por lo que se tomaba hace años, los estilos, las cantidades y los conceptos. Esta vez, El Juicio Final llega con un sutil toque retro.
Se lo anticipamos la semana pasada: después del Capítulo 8 dedicado a los innovadores, en El Juicio Final íbamos a hablar de aquellas cervezas y aquellos vinos que acompañaron nuestra mesa desde siempre. Etiquetas emblemáticas de la que todavía nos hablan padres y abuelos y que, al día de hoy, no se han despegado de nuestras mentes, corazones y paladares.
Nos sentamos a beber seis exponentes icónicos. Quilmes, la cerveza nacional por excelencia, con la que el 101% de los argentinos comenzamos a descubrir el mundo de las espumas. Pero también las marcas internacionales son tradicionales en el país, y por eso destapamos una Heineken y una Budweiser, dos lagers industriales famosas en el mundo y, obviamente, en estas pampas.
También hubo vinos, claramente. El clásico Suter Etiqueta Marrón, un Pinot de la Loire (más conocido como Chenin) que nuestro tío Carlitos sigue poniendo Navidad tras Navidad en la mesa, fue el primero. Y luego elegimos dos tintos: el Michel Torino Selección Vino Tinto y el Bianchi Borgoña… dos ejemplares que nos hicieron replantear un poco la forma en la que el perfil del «típico vino argentino», si es que existe como tal, se ha modificado con el correr de los años.
Por eso, en este capítulo de El Juicio Final quisimos hacer un recorrido por lo que se tomaba hace ya tiempo y analizamos la manera en la que los estilos han ido evolucionando hasta llegar a lo que son hoy. Consumos históricos que sorprenden, mucha más cerveza bebida hoy, mucho menos vinos, y un concepto de la industria que se modificó al ciento por ciento.
La antítesis del capítulo anterior. Esta vez, El Juicio Final llega de la mano de un sutil toque retro. Esperamos que lo disfruten.