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Diario de viaje: Jugando por el segundo puesto

Sus vinos tienen calidad y diversidad como en casi ningún otro lugar del mundo y eso hace que sea el imbatible. Éstas son algunas de mis conclusiones después de recorrer durante 28 días cada rincón de Francia.

Francia lo tiene todo. O, mejor dicho, tiene todo lo que podría llegar a exigir un amante del vino. Tiene tintos vigorosos y concentrados, otros tintos suaves y elegantes; también tiene blancos de gran acidez y otros mantecosos y aromáticos. Tiene, además, los vinos espumosos más prestigiosos de la tierra, los dulces más exquisitos y el vino más caro del planeta… creo que sólo le falta la avenida más ancha del mundo que, por suerte, la tenemos nosotros.

Después de todos estos días en Francia si hay algo que me ha impresionado fue, precisamente, la diversidad de estilos, filosofías y calidades de sus vinos. Cada rincón del país se especializa en un tipo de producto y el resultado no puede ser otro más que ser los mejores en su especie.

Burdeos es el ícono del vino y un ejemplo que ha sido desde siempre seguido por todos los restantes países. Pero Burdeos es un mundo en sí mismo, lleno de complejidades y variantes de tintos de Cabernet Sauvignon, Merlot o Petit Verdot y blancos de Chardonnay o Sauvignon Blanc y, claro, no olvidemos los fabulosos dulces de Sauternes, elaborados mayoritariamente con Semillon.

Pero también el Valle del Loire compite por un lugar. Ésta es la tercera región de mayor importancia del país reconocida por los Sauvignon Blancs de notas ahumadas, pero estos son solo una parte de su abanico de opciones: los tintos simples de Cabernet Franc y los blancos aromáticos elaborados con la variedad Melon de Bourgogne son frescos, exquisitos y, lo que es más importante, mucho más accesibles al bolsillo.

Pero también Borgoña y el Valle del Ródano, con la región de Châteauneuf-du-Pape a la cabeza tienen algunos de los mejores vinos que he tenido la suerte de probar.

La calidad está presente en muchos de sus vinos, pero, como en todos lados, Francia también tiene sus vinos malos. Y tiene otros verdaderamente malos. El problema para todos nosotros es que sus vinos buenos son extraordinariamente buenos… y hay muchos vinos franceses que entran dentro de esa clasificación.

Francia ha sido desde siempre el número uno en lo que respecta a vinos y, para serles sinceros, no me han quedado dudas de que ese primer lugar tiene su razón de ser. Mientras que en España todo es Tempranillo (y sus variantes), en Francia podemos encontrar los mejores Pinot Noir, los mejores Chardonnay, los mejores Syrah y los mejores Cabernet del mundo, para nombrarle solamente algunas de las variedades que todos conocemos, pero que ninguno conoce tan bien como los franceses.

Ellos han probado por cientos de años qué uva daba mejores resultados en cada zona. Ese estudio de distintos tipos de suelos, de cada cepa y de ese juego entre la mano del hombre y la naturaleza ha hecho que sus vinos alcancen una calidad sin igual y es eso, precisamente, lo que hace que Francia sea un imbatible. Nosotros, al menos por el momento, jugamos por el segundo puesto.

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