Las tapas a rosca aterrizaron hace años para darle una vuelta al mercado de los vinos y, aun así, muchos las miran todavía hoy con desconfianza. Acá te cuento todos los sí que justifican que nos hagamos amigos.
Tantos años después, las tapas a rosca en el vino siguen abriendo debates. Generan controversias, y para los consumidores tradicionalistas son motivo de sospechas. ¿Chau al descorche? ¿Cuándo sí y por qué Marianito salís a defenderlas?
¿Por qué las defiendo?
A ver, el primer atributo es que no existe una alternativa más práctica, útil en el servicio e indicada para mantener las cualidades de los blancos, rosados y tintos más jóvenes que una tapa a rosca. Tintos también, he dicho.
En 1959 se usaron por primera vez. Sus derechos de manufactura fueron años después comprados por la empresa australiana ACI, quienes la rebautizaron como Stelvin (un nombre que quizás te resulte familiar porque muchas bodegas lo utilizan como sinónimo de “tapa a rosca” o “screw cap”).
Desde ese entonces su periplo fue in crescendo. Bodegas de todo el mundo se hicieron eco de esos beneficios y se sumaron al auge del vino australiano y neozelandés en Europa y los Estados Unidos. Hoy se considera que cerca del 30% de los vinos embotellados en todo el mundo cuentan con una alternativa al corcho y, de ellos, las screw caps tienen las de ganar.
Las tapas a rosca a la hora de la guarda
En casa permiten una guarda mucho más simple: metés la botella en la heladera, parada o acostada e incluso la mantenés a temperatura en el freezer si querés. Sin que nunca caiga una gota. Practicidad, claro, ésa es la gran clave. Y a esto le sumamos la consistencia, su eficacia probada y la posibilidad de mantener la frescura de un vino joven, al evitar el contacto del líquido con el aire y, por ende, una oxidación no deseada.
No todo es color de rosas, ojo
A pesar de que para empezar a usarlas las bodegas deban hacerse de costosos equipamientos para el embotellado, en muchos casos la tapa a rosca es la puerta de entrada a determinados mercados como Inglaterra, Canadá o los Estados Unidos. Solo como ejemplo, pensá que en Londres, en los últimos 4 años, la aceptación de las screw caps subió del 41% al 85%. Un dato nada menor, teniendo en cuenta que se trata de uno de los principales mercados importadores del mundo.
Entonces… ¿será posible que en algunos años veamos a los grandes vinos selladas con una tapa plástica que nos invite a darle una vueltita y destaparla sin más? Para serles sincero, hoy esa imagen parece lejana… pero el camino ya arrancó, y ahí no creo que haya vuelta atrás.