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Vino y rofe en Lanzarote

En medio del paisaje árido y ventoso de Lanzarote, donde la lógica diría que nada puede prosperar, emerge una alianza improbable entre la vid y el rofe. Esta ceniza volcánica, resultado de antiguas erupciones, se ha convertido en el cimiento de una viticultura única en el mundo. Lejos de ser un obstáculo, el rofe actúa como un aliado silencioso que protege, nutre y define el carácter de algunos de los vinos más distintivos de España.

Lejos de los paisajes clásicos del viñedo europeo, el vino y el rofe en Lanzarote ofrecen un espectáculo radicalmente distinto. En lugar de colinas verdes, un manto negro de ceniza volcánica. En lugar de clima templado, un entorno árido, ventoso y desafiante. Y sin embargo, en medio de esta geografía extrema, surge uno de los secretos mejor guardados del vino español: el rofe. Esta capa de origen volcánico no solo protege a las vides, sino que define el carácter de los vinos más singulares de la isla. Entender el rofe es comprender cómo la viticultura puede florecer incluso en los lugares más inverosímiles.

 

¿Qué es el rofe?

El rofe es una capa de ceniza volcánica fina y porosa que cubre buena parte del suelo de Lanzarote. Se formó a raíz de las erupciones del siglo XVIII, especialmente la de 1730, que transformaron por completo el paisaje agrícola de la isla. Este material, aunque árido en apariencia, cumple un rol vital en la agricultura insular y en particular en el cultivo de la vid.

Actúa como una esponja natural. Durante la noche, absorbe la humedad del ambiente y la conserva durante el día, reduciendo así la necesidad de riego. Además, protege a las raíces del calor extremo, regula la temperatura del suelo y dificulta el crecimiento de malezas. Esta capa volcánica, lejos de ser un obstáculo, se convierte en un microclima protector que permite el desarrollo de la vid en condiciones impensadas.

 

Un sistema de cultivo único en el mundo

Los viñedos de Lanzarote no solo se distinguen por el tipo de suelo. También sorprenden por su sistema de plantación. Las vides se cultivan en hoyos o “zocos”, cavidades excavadas en el rofe que permiten llegar a la tierra fértil subyacente. Estos hoyos, protegidos por muros de piedra semicirculares, cumplen una doble función: evitar la erosión y proteger las plantas de los vientos alisios que azotan la isla con fuerza.

Cada cepa crece aislada, sin hileras regulares, en un entorno que exige un trabajo completamente manual. Es una viticultura artesanal, de bajo rendimiento, donde cada racimo cuenta. Pero también es una viticultura que produce vinos de identidad inconfundible.

 

Vinos con carácter volcánico

Las condiciones extremas de Lanzarote, sumadas a la acción del rofe, influyen directamente en el perfil organoléptico de los vinos. Las cepas más comunes son la Malvasía Volcánica y la Listán Negro, que expresan notas minerales, salinas y una acidez vibrante que refleja el entorno hostil del que provienen.

Los vinos de Lanzarote son reconocibles por su frescura, tensión y marcada mineralidad. Muchos tienen además una nariz muy particular, con notas de ceniza, piedra húmeda y toques cítricos. En cata, no pasan desapercibidos.

 

Bodegas que trabajan sobre rofe

Algunas bodegas se han convertido en embajadoras de este tipo de viticultura tan única:

  • Los Bermejos, reconocida por su Malvasía volcánica, ha llevado la identidad lanzaroteña a nuevas audiencias. 
  • El Grifo, fundada en 1775, es una de las bodegas más antiguas de España en funcionamiento continuo y un verdadero emblema de la tradición vitícola canaria. 
  • Bimbache, aunque ubicada en El Hierro (otra isla canaria), también trabaja sobre suelos volcánicos y comparte una filosofía similar: mínima intervención, identidad del lugar y expresión del terroir. 

 

Más allá de la geología: una identidad cultural

El cultivo sobre rofe no es solo una curiosidad geológica; es también un testimonio de resiliencia cultural. En Lanzarote, la viticultura no busca competir en volumen ni eficiencia, sino en autenticidad. Cada botella es el resultado de un paisaje extremo y de una comunidad que decidió trabajar con la tierra, no contra ella.

El reconocimiento internacional de estos vinos no solo responde a su calidad, sino también a su historia. Beber un vino de Lanzarote es, en cierta forma, beber la memoria volcánica de la isla.

 

Vino y rofe en Lanzarote

El rofe, lejos de ser una barrera, es la clave de una de las viticulturas más fascinantes del mundo. En una época donde las denominaciones de origen buscan diferenciarse, Lanzarote lo logra con un entorno radicalmente distinto, donde la adversidad se convierte en virtud.

Si alguna vez buscás una experiencia sensorial fuera de lo común, probá una copa de Malvasía volcánica. Te va a contar una historia de lava, viento y mar.

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Si querés profundizar en la historia y el impacto de este suelo volcánico en la viticultura canaria, te invito a escuchar el episodio de nuestro podcast dedicado a al rofe.

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