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Entrevista con Paul Hobbs

Discípulo de Robert Mondavi, Hobbs ha colaborado en el inesperado giro internacional de nuestros vinos. Hoy, con sus bodegas en Mendoza y California, continúa deslumbrando a cada paso.

Paul Hobbs es un hombre que merece el mayor de mis respetos. Es exitoso en sus negocios, pero eso no lo hace más inalcanzable, y gracias a su espíritu aventurero se lo cuenta como uno de los enólogos que lideraron la reconversión vitivinícola argentina. Aquí es propietario de Viña Cobos, un proyecto del que han germinado botellas que marcaron historia en nuestra vitivinicultura.

¿Cuál fue el mayor aprendizaje de sus años de trabajo con Robert Mondavi? Todo. No sabía nada sobre el mundo del vino cuando empecé a trabajar allí como asistente de investigación en 1977 en el área de microvinificación. Mondavi fue en ese momento, tal vez, la mejor escuela del mundo del vino, no sólo por su producción sino también por su manera de comercializar y vender. Era la meca del aprendizaje… cada semana probábamos los vinos más destacadas de todo el mundo. El Sr. Mondavi siempre invertía fuertemente en la educación de su personal. Él siempre lideró un pensamiento pujante e innovador.

¿Se siente, al menos en parte, responsable del cambio en los vinos argentinos? Me siento un privilegiado y un afortunado por haber llegado a la Argentina en el momento en el que lo hice. Fue de pura buena suerte que, en mi visita allí por marzo de 1988, coincidiera con el encuentro que tuve con un vidente: Nicolás Catena y con un gobierno local nuevo y más abierto al mundo. Mi visita fue motivada estrictamente por curiosidad y, como tal, llegué a la Argentina sin ningún plan en particular. Pero el Dr. Catena quería ser el primero en desarrollar etiquetas que compitiesen con las mejores del mundo. Yo conocía bien este sueño porque era el mismo que Robert Mondavi tenía para Napa Valley y California. Nunca se había intentado antes, pero teníamos fe. El reto era irresistible. Su misión se convirtió rápidamente en la mía. Es alucinante lo que ha sucedido desde entonces.

¿Cree que en estos años el mundo ha descubierto en Argentina algo más que Malbec? Es evidente que el Torrontés de Salta, el Bonarda de Mendoza y el Cabernet Franc de La Pampa son solo algunos ejemplos en los que Argentina demostró ser poderoso. Sin embargo, ya que todos estos vinos se comercializan en nichos, no creo que ellos tengan el poder para lograr que el mercado internacional conozca la idea de que Argentina es algo más que el Malbec. Y allí reside el problema. Creo que existe una clara oportunidad en 2 categorías: más blancos de alta calidad y Cabernet Sauvignon.

Justamente, en otra oportunidad usted comentó que el país que tenga la capacidad de desarrollar un Cabernet Sauvignon de clase mundial, entonces podría ser considerado como uno de los líderes. ¿Cree que actualmente se están haciendo grandes Cabernet en la Argentina? Bueno, como tú sabes, esta es una misión personal mía. Creo que es posible y estoy comprometido con ella. Sin embargo, esto no es obra de uno. Hasta la fecha no creo que hayamos logrado una “masa crítica” con esta variedad con el fin de lograr la sensibilización de los líderes y formadores de opinión. Como ejemplo, la prensa de Estados Unidos está un poco obsesionada con el Malbec, lo cual está muy bien; sin embargo, nada perdura con tanta vehemencia para siempre. Tenemos que consolidar la noción mundial de que Argentina no sólo es incomparable en Malbec, sino que también puede competir con lo mejor en las grandes ligas… eso es Cabernet.

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